Hoy en día sigue habiendo un prejuicio respecto a ir al psicólogo. Muchos habrán visto la reacción de algún conocido cuando le aconsejan pedir ayuda psicológica y responde: “¿A un psicólogo? ¿Yo? ¡Si yo no estoy loco!”. Lo cierto es que sigue dando respeto contar que acudimos a terapia.
No hay que tener un cáncer de útero para ir al ginecólogo, ni problemas de próstata para ir al urólogo, ni un dolor de muelas para ir al dentista ¿verdad? Nadie saca la conclusión de que se está gravemente enfermo cuando acudes a estas consultas, al contrario, todos entendemos que es necesaria una revisión y que nos ayuden a prevenir posibles enfermedades. ¿Por qué con el psicólogo es diferente si es igual de necesario? Tienes contracturas musculares y acudes al fisioterapeuta. Tienes problemas legales y visitas a un abogado. ¿Por qué no acudimos a un psicólogo si te encuentras ansioso, intranquilo, angustiado, desesperanzado, con dificultad a la hora de comunicar tus ideas, tu comportamiento te causa problemas…?
Y es que nos mostramos muy precavidos con la salud física mientras que los problemas que podemos tener sobre nuestro estado de ánimo, pensamientos y actitudes los dejamos en un segundo plano, esperando y creyendo que el tiempo lo cura todo. Y no siempre funciona así. Pensamos que somos capaces de superar cualquier bache de la vida y que lo único que necesitamos es serenarnos y darle tiempo al tiempo pero no siempre contamos con la misma fortaleza mental ni funcionan las mismas estrategias para todos los problemas.
Como seres humanos a lo largo de la vida atravesamos etapas muy diversas que nos obligan de alguna manera a ir desarrollando una serie de actitudes y habilidades que nos permitirán ir adaptándonos a los acontecimientos que aparezcan y, dependiendo de nuestro estado de ánimo, tendremos mayor o menor fuerza a la hora de poner en marcha las herramientas personales e idóneas para enfrentar cada etapa con éxito.
Debemos ser conscientes de que la salud mental es primordial en nuestro día a día. Conocer cómo sobrellevamos nuestros problemas, cómo nos relacionamos con los demás y la importancia de estar bien con nosotros mismos para una buena toma de decisiones.
Los psicólogos no tenemos una varita mágica que elimine todos los problemas. ¡Ojalá! Pero sí podemos asesorarte y enseñarte estrategias y herramientas necesarias que te permitan recuperar el nivel de confianza suficiente para superar por ti mismo cualquier tipo de adversidad que te impida avanzar. El psicólogo enseña técnicas y habilidades para afrontar los problemas, disminuir el malestar y te ayuda a que consigas los objetivos propuestos en consulta. Acaba ya con el mito social de que acudir al psicólogo es cosas de locos. ¡Al revés!
Si estás viviendo una ruptura, un ascenso, un despido, una llegada de un hijo o cualquier situación que te haga sentir que te supera o te bloquea tu vida, inundándola de sensaciones desagradables, sería de locos no pedir ayuda profesional. No tienes que tener un gran problema para ir al psicólogo. Tan solo se trata de mejorar tu calidad de vida emocional.
Muchos acuden a consulta simplemente para descubrirse a sí mismos, ganar confianza y atreverse a luchar por un sueño o, incluso, para mejorar sus resultados en el deporte o una oposición. Y es que, no debemos olvidar que la salud física es importantísima pero no más que la salud mental. Me atrevo a decir que la mental influye en la física en muchas ocasiones.
No te avergüences de pedir ayuda si crees que la necesitas. Sólo tú decides a quién se lo cuentas. Recuerda que lo importante no es lo que los otros digan, sino saber que estamos haciendo un bien para nosotros mismos.