Todos necesitamos cierta dosis de activación en nuestras vidas, y eso no tiene nada de malo. Pero cuando la presión recibida es mucha de repente; o poca, pero prolongada durante mucho tiempo; o la combinación de ambos, se produce un desequilibrio y sobreviene el estrés.
Podemos padecer ansiedad por presentarnos a un examen o una reunión, por ser padres, por la convivencia con una pareja, por situaciones sociales…
Dependerá entonces del tiempo y de la intensidad con que se viva.
“Vivir un momento estresante” no es lo mismo que “vivir estresado”. Lo primero es normal, inesperado, y generado por el ambiente, mientras que lo segundo, vivir estresado, es malo, buscado y generado por nosotros mismos porque se ha convertido en un hábito y “no sabemos” vivir de otra manera.
El estrés surge cuando hay excesivas demandas exteriores y la persona no alcanza a hacerles frente. Es una tensión, una presión física o mental que rompe el equilibrio.
Todos reaccionamos a los estímulos de manera diferente, dependerá de cómo interpretemos cada uno lo que ocurre en la vida. Algunas personas se estresan frente a determinadas tareas, mientras que otras, en esa misma situación, no, porque a pesar de que el estímulo es el mismo, la percepción es distinta.
En Laia Psicólogos creemos que salir de la ansiedad está totalmente a tu alcance. Cada una de las pequeñas actitudes te llevará a realizar importantes cambios, que no son grandes en sí mismos, sino que, con la práctica se arraigan en nuestras costumbres.
Naciste para ser libre, no seas esclavo de nadie ni de nada. No permitas que la ansiedad llene tu vida. Concéntrate en las cosas importantes, que son las que multiplican tu energía; las secundarias la roban.
Tu felicidad nadie te la puede arrebatar. No te la arrebates tú mismo sufriendo emociones indeseadas. Permítete ser feliz. ¡Tú puedes librarte de la ansiedad!