Todos hemos oído hablar en alguna ocasión de la depresión y puede que conozcamos a alguien que se sienta deprimido, pero no siempre somos capaces de entender bien qué es y por qué una persona se deprime.
Actualmente la depresión es una de las enfermedades de salud mental más extendidas en los países desarrollados y una de las principales causas de incapacidad. Quizás esta elevada incidencia nos pueda conducir a pensar que en cierto modo es normal deprimirse, creyendo que determinadas circunstancias vitales como la edad, el sexo o la enfermedad la justifican. Quizás la falta de un adecuado reconocimiento confunda ciertos estados de cambio o ciertos períodos de bajo estado anímico con la depresión como cuadro clínico, cuya duración, gravedad y sintomatología someten a quien la padece a un proceso de incapacidad y sufrimiento significativos.
Si buscamos entre la mucha bibliografía será fácil encontrar qué síntomas básicos definen la depresión, que como cualquier otra enfermedad puede cursar como leve, moderada o grave según la intensidad y la cantidad de síntomas que presente.
• Estado de ánimo triste, ansioso o "vacío" en forma persistente.
• Sentimientos de desesperanza y pesimismo.
• Sentimientos de culpa, inutilidad y desamparo.
• Pérdida de interés o placer en pasatiempos y actividades que antes se disfrutaban, incluyendo la actividad sexual.
• Disminución de energía, fatiga, agotamiento, sensación de estar "en cámara lenta."
• Dificultad para concentrarse, recordar y tomar decisiones.
• Insomnio, despertarse más temprano o dormir más de la cuenta.
• Pérdida de peso, apetito o ambos, o por el contrario comer más de la cuenta y aumento de peso.
• Pensamientos de muerte o suicidio; intentos de suicidio.
• Inquietud, irritabilidad.
• Síntomas físicos persistentes que no responden al tratamiento médico, como dolores de cabeza, trastornos digestivos y otros dolores crónicos.
Pero quizás seamos más capaces de entender la depresión si por un instante tratamos de situarnos en ella a través de la siguiente metáfora.
Imaginemos que estamos dentro de una habitación pequeña, solos y a media luz en la que lo único que podemos oír son nuestros propios pensamientos.
Supongamos que nos damos cuenta de que llevamos allí ya varias horas, tal vez días, no somos capaces de precisar bien el tiempo, y que tratamos de salir. Movernos nos supone un gran esfuerzo, es como si todo nuestro cuerpo hubiera adquirido un peso que no somos capaces de desplazar y que cada movimiento es lento, costoso. Al llegar a un lateral de la habitación nos damos cuenta de que no hay ni ventanas ni puertas por lo que sentimos que todo ese esfuerzo ha sido inútil y que probablemente estemos aún más alejados de la salida.
A pesar de nuestro agotamiento volvemos a intentarlo pero ahora estamos más cansados, aún nos cuesta más movernos, y empezamos a creer que nuestro esfuerzo va a ser inútil, que cuando lleguemos al otro lado sucederá lo mismo, que no habrá salida, y la desesperanza y el miedo comienzan a invadirnos. Ahora la habitación nos parece aún más oscura que antes, más grande y a la vez más pequeña, incluso parece que comienza a faltarnos el aire y nos cuesta respirar.
Nuestros intentos por movernos empiezan a carecer de sentido, no sabemos bien en qué dirección deberíamos ir, y empezamos a creer que el mundo se ha olvidado de nosotros, que tal vez no pasaría nada si nos quedáramos quietos, que tal vez sólo merezca la pena quedarse recogidos en un rincón. Para qué tratar de moverse si no logramos nada? Para qué esforzarnos si ya no sabemos para qué salir?
En nuestra cabeza se agolpan pensamientos oscuros, convenciéndonos de que nunca fuimos capaces de hacer nada bien, y nuestros sentimientos de miedo, desesperanza y tristeza se entrecruzan con la rabia, rabia contra nosotros mismos por no haber sabido gritar a tiempo, rabia por no haber logrado triunfar, y todo ello nos lleva a una única convicción, la seguridad de que nuestra única manera de salir de aquella habitación es lograr desaparecer, conseguir que la propia habitación nos trague, desvanecerse.
Si hemos logrado hacer este viaje por esa habitación tal vez hayamos logrado experimentar por unos instantes las vivencias y sensaciones que la persona deprimida experimenta durante muchos momentos, horas, días, meses.
Si te has sentido identificado con ellas, deberías saber que el objetivo de las terapias es lograr que sea esa habitación oscura la que desaparezca y que logres recuperar la confianza en ti mismo y la ilusión por vivir.